Venía viajando -y este no es un dato menor- y empecé a pensar que iba a escribir. Fue algo muy raro, porque sabía que a pesar de que tenía la idea de qué era lo que iba a volcar al papel, también era consciente de que poco iba a tener que ver eso con lo que pasaba por mi cabeza.
Se trata simplemente de un camino sin salida, o sin vuelta atrás mejor (o al menos es muy difícil). Como una fuga de ideas, pero nada que ver. Entiendo que a esta altura no entiendan nada, es lógico, pero no desesperen.
Simplemente quiero pasar a letras el viaje que realiza nuestra cabeza constantemente. Todos los lugares que recorre a medida que dejamos volar la imaginación y sin necesariamente esforzarnos (de hecho, s
in realizar ningún tipo de esfuerzo).
En fin, sin mas preámbulos, voy a comenzar. Venía en el auto, viajando, y pensé, porque sí, pienso. Esa es una frase que se repite mucho, pero es correcta. Si uno tuviera que explicarla diría que es una constante defensa ante algún personaje, que siempre los hay, que nos subestima. Eso sí, cuando somos nosotros no nos gusta que nos respondan de ese modo. Pero es así con todo, a todos nos gusta hacer bromas, pero a nadie recibirlas.
Como con la música, en este momento estoy escuchando Keane, sí, Keane. ¿Te parece gay? A mucha gente, pero estoy convencido de que esa gente escucha cosas peores, más afeminadas aún, y después en la casa charla con su madre y sus hermanas como niñas, como en la tele, cuando pasás por un canal de dibujitos, y ves esas publicidades de muñecas para nena, ¿cómo pueden atrapar a los chicos?, es increíble, además ni siquiera las cambian, el otro día vi una cuya canción decía: “yo lo quiero mucho a mi bebé, mi bebé de Yolibel”, de no creer, la misma que estaba cuando yo era un niño. Cómo pasaba mañanas enteras en frente de la caja boba, increíble, y después me iba para el colegio, porque iba a la tarde, sí, iba a la tarde, ¿que te crees?,
que sos más inteligente que yo porque ibas doble turno, no nabo, simplemente tenés menos infancia, porque no pudiste aprovechar programas como top kids, o algo así, que tenia una revista que salía todas las semanas con un muñeco de Mortal Kombat, que buen juego ese, lo mejor del mundo, una vuelta mi mamá nos trajo a mí y a mi hermano el “3”, directo desde Estados Unidos, y estaba ahí, esperándonos en casa, original, con ese olor a nuevo, como en las librerías, que capaz estás horas y horas mirando libro tras libro, y parece que te gustan todos, pero sabes que después no tenés tiempo de leer ninguno, pero es genial igual ese olorcito a nuevo, o como cuando te regalan algo, a pesar de que casi nunca me regalan cosas, de hecho debe ser unos de los traumas de mi infancia, para mis cumpleaños no ligaba nada, toda mi familia siempre fue muy separada y por eso en mis fiestas familiares éramos, con toda la furia y el viento a favor, seis, y no recibía nada encima,
todos ratas, hasta mis amigos, cuando armábamos partidos de fútbol para festejar, que bueno, la torta con los jugadorcitos de Boca y River arriba, y la canchita, y corrías hasta no poder mas, y cuando te venían a buscar te querías matar, que sensación fea, como la del dentista, ay, que dolor, y ese ruido, no se como transcribirlo, pero el torno que se acerca a tu boca, y parece que te va a taladrar todo, que dolor...
Uy, ¿por dónde había empezado? Ya me perdí, y es muy difícil volver atrás en este camino. Pero eso no es lo que importa, porque pude mostrarles mi viaje, mi gran viaje de ideas.