Pensar, decir y hacer
En el mundo hay distintas clases de personas. Filósofos, sociólogos y pensadores se arrojaron a discriminar diferentes clasificaciones que existen del ser humano, con profundizaciones teóricas, tecnicismos propios de intelectuales y todo tipo de dificultades muchas veces, valga la redundancia, difíciles de entender (innecesarias).
En este caso, me tomé el atrevimiento de realizar una suerte de escalafón, o simple enumeración de, a mi parecer, las distintas personas con las que nos podemos cruzar en la vida.
Para comenzar esta guía clasificatoria, habría que realizar una división entre tres de los principales mecanismos ejercidos por todos los hombres y mujeres –al menos, ojalá así fuera– en cada acontecimiento de su vida: Pensar, decir y hacer. Porque nadie actúa de la misma manera en un asado con amigos/as que en una cena con los suegros.
Pensar, decir y hacer será entonces el primer molde. Inversamente, todos hacemos cosas, algunos más otros menos. En menor medida, casi todos decimos cosas. Y ya en casos aislados, muy pocos piensan cosas. Pero como está tan de moda por estos días la generalización innecesaria, diremos que las personas piensan, dicen y hacen cosas. La cuestión a desarrollar es la coincidencia o, en su defecto, la incompatibilidad de estas tres acciones.
Entonces nos encontramos, entre diversas combinaciones, ante cinco posibilidades que pasó a desarrollar.
Están los que piensan algo, lo dicen y actúan conforme a ello. Son las personas leales, legítimas, fieles a sus convicciones. Seres nobles y honrados.
En otro escalón se encuentran los que hacen lo que dicen, es cierto, pero piensan otra cosa. Actúan de una manera conforme a sus palabras, pero en su cabeza se da la contradicción. Allí se hace presente la deslealtad, pero con uno mismo. Es la propia persona la que se traiciona.
A diferencia de estos últimos, están los que hacen exactamente lo que piensan, sin embargo, dicen otra cosa. Esta clase de seres no sólo es mentirosa y falsa, sino que es indeseable.
Para finalizar, existen dos paradigmas más, en un nivel distinto a los antes mencionados (probablemente por debajo). Por un lado, los que dicen lo que piensan, pero hacen otra cosa. Tan difíciles de interpretar son, que los ubico en el molde de “pelotudos”. Y por otro lado, los que piensan de una manera, dicen otra cosa, y hacen cualquier otra. En este final, hago partícipes a los mental y psicológicamente desordenados. O simplemente, locos.
Sin más, los despido a ustedes leales, traidores sí mismos, falsos, pelotudos y dementes.
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